-
Tu mejor CV es tu personalidad
Que nos pregunten ‘qué quieres ser de mayor’ y respondamos con una profesión dice mucho acerca de en qué nos hemos convertido. No se trata de una pregunta sobreentendida, sino de una sutil creencia de que somos lo que producimos. Disponer de títulos académicos suele ser una decisión acertada y, en ocasiones, imprescindible. No obstante, lo que realmente va a marcar la diferencia es tu forma de ser. Viajar, leer, escuchar, visitar centros culturales, conciertos, abrirse al amor, compartir con los amigos o ayudar a los demás puede resultar más enriquecedor que cualquier diploma y, sin embargo, es menos tenido en cuenta. Hay quien podría argumentar que todo eso no es prioridad…
-
Vive de forma que te duela marcharte
El hombre vive, el animal existe/ El hombre muere, el animal termina. VV.AA/Enrique Rojas Cuando se calcula la esperanza de vida no se tienen en cuenta los momentos que vivimos a medio gas. De ser así, sería mucho más corta. Es la diferencia entre existir o vivir, entre hacer de la vida un viaje llevadero o hacer de la vida un viaje espectacular. Ante cada decisión, tenemos dos formas de plantarnos en el presente: como rácanos o ratillas que juegan a no perder su botín o como aventureros que buscan un tesoro en cada isla; con defensa de cinco o con tres delanteros y ataque por las bandas.
-
No seas tu plan B
Cuando alguien no se acaba dedicando a aquello que ama no se llama realismo, falta de recursos o imposibilidad: se llama conformismo. Casi siempre la misma historia: niño con hambre de mundo y ambiciones se convierte en joven con sueño; joven motivado orienta sus primeros estudios a su sueño; joven menos joven termina estudios y envía CVs a empresas que colmarían sus aspiraciones; empresas en crisis o con muchas peticiones para un mismo puesto dicen no; joven desmotivado busca trabajo en lo que sea hasta que lo encuentra; joven empieza a ganar dinero y a comprarse cosas; joven olvida sueño.
-
Sal con un valiente
No existe hombre tan cobarde como para que el amor no pueda hacerlo valiente y transformarlo en héroe. Platón El mensaje es claro: sal con un valiente[1]. Esto no quiere decir que intentes, a ser posible, salir con un valiente, no. Quiere decir que salgas con un valiente. Con un valiente o nada. Nadie debería enamorarse de alguien que, tras el tiempo suficiente, no sea capaz de decirte: “Mi apuesta eres tú”. All in. Todo el mundo merece escuchar, al menos, un “¿Sabes qué? Me la juego contigo”.
-
Veintitodos
La decena de los 20 está llena de energía, de locuras, de experiencias, de besos, de alcohol y de orgullo. Pero también de miedos, incertidumbre, inseguridad y decepción. Seguramente sea la década en que ocurren más cosas y en la que conocemos al milímetro cada traviesa (¡qué nombre tan afortunado!) de la vía de una montaña rusa que no te devuelve al mismo sitio. Estas son 29 de las lecciones que he aprendido hasta hoy, que cumplo 29: (1) He aprendido que la única forma de disfrutar de las cosas es estar dispuesto a perderlas, que las armaduras te quitan golpes pero también caricias, que vivir con los brazos abiertos…
-
No tengas nada, experiméntalo todo
– No sabía que el señor Kane coleccionara diamantes. – No, colecciona a una persona que colecciona diamantes. Ciudadano Kane. De todos los miedos que existen, el más estúpido es temer la felicidad. Cuando estamos abajo, aunque no nos guste, sabemos que todo lo que venga será mejor. Justo al contrario de lo que ocurre cuando estamos arriba. En temas de satisfacción, nos gustan más las escaleras que los toboganes. Aceptar que el siguiente paso puede llevarnos a una zanja o a un escalón es la primera premisa para no quedarnos bloqueados y atrevernos a caminar. Si bien en la adversidad nos sentimos más desdichados, en la dicha nos sentimos…
-
El poder de la vulnerabilidad
No se puede dejar de ver lo feo sin dejar de ver lo hermoso. O cierras los ojos siempre, o los mantienes abiertos. El miedo nos ha concedido dos pecados: la insensibilización y la conversión de lo incierto en certeza. Pero al miedo no lo mata el control, sino el amor. A menudo nos ponemos armaduras pensando que nos protegen, pero solo evitan que nos vean. Tienes que elegir: si no te la quitas, no te van a herir, pero tampoco sabrás lo que es la brisa en la cara o una cálida caricia. (Si no sufres, tampoco sientes, ese era el trato.) Aquí no hay entrenadores, eres tú quien…