—¡El amor es un asco! —suspiró al borde de las lágrimas.
—¿Un asco? No estoy de acuerdo. Yo creo que es lo más maravilloso que existe —respondió su amiga mientras la abrazaba.
—Eso es porque a ti te va bien, pero mírame a mí. ¡Siempre igual! Que si no está seguro, que si hace poco que lo dejó con su ex y necesita más tiempo, que si prefiere más libertad… ¿Es que nadie va a ver en mí su primera opción?
—¿Acaso lo eres para ti?
Un silencio se hizo entre las dos amigas.
—Verás, hace años que nos conocemos y siempre te he visto enamorarte de las personas equivocadas. Reconozco que eres muy valiente por abrir tu corazón una y otra vez, pero…
—¿Pero qué?
—No lo sé, me duele verte sufrir. Quizá sea el momento de hacer las cosas diferentes. De empezar a abrazarte como yo lo estoy haciendo ahora. ¡De quererte sin medida!
—¿Quererme? ¡Yo ya me quiero!
—Sí, sí… Pero esta vez de otra forma. Hablo de la sensación de saber verdaderamente cuánto vales, ¡quién eres realmente! Al profundo sentimiento de que no mereces de la vida menos de lo que deseas. A saber sin ápice de duda que si alguien no te incluye en sus planes, ese alguien no es para ti. – Sigue leyendo –