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El poder de la vulnerabilidad
No se puede dejar de ver lo feo sin dejar de ver lo hermoso. O cierras los ojos siempre, o los mantienes abiertos. El miedo nos ha concedido dos pecados: la insensibilización y la conversión de lo incierto en certeza. Pero al miedo no lo mata el control, sino el amor. A menudo nos ponemos armaduras pensando que nos protegen, pero solo evitan que nos vean. Tienes que elegir: si no te la quitas, no te van a herir, pero tampoco sabrás lo que es la brisa en la cara o una cálida caricia. (Si no sufres, tampoco sientes, ese era el trato.) Aquí no hay entrenadores, eres tú quien…